A lo largo de los años hemos ido creando libros que han quedado en las aulas, sin un lugar fijo donde colocarlos. Las nuevas herramientas digitales nos permiten publicarlos y por tanto, acceder a ellos con mayor facilidad pero, además han despertado el deseo de conservarlos mejor. Por ello, en nuestra biblioteca hemos reservado un espacio, un pequeño museo, en el que conservar nuestras propias creaciones.